Cuando hablamos de colesterol, no solemos asociarlo a niños, ¿verdad? Parece que nos vienen a la cabeza, personas más mayores, pero lo cierto es, que los niños también pueden presentar niveles altos de colesterol, con todos los riesgos que esto supone.

¿Qué es el colesterol?

El colesterol es una sustancia grasa, es necesaria tanto para las células de nuestro cuerpo, como para las hormonas.

Nuestro propio cuerpo fabrica colesterol, cada día, pero a su vez, también recibimos colesterol a través de la dieta.

¿Qué causa la hipercolesterolemia en niños?

El colesterol alto, que también llamamos hipercolesterolemia, tiene dos principales causas.

La hipercolesterolemia primaria, que es la más común, se debe a factores ambientales:

  • Dieta con excesivo consumo de grasas

  • Poca actividad física

  • Obesidad

  • Tabaquismo

La hipercolesterolemia secundaria tiene, a su vez, dos causas:

  • Debido a otra enfermedad de base (como diabetes, problemas renales, de tiroides…)

  • Por hiperlipemia familiar (enfermedad genética)

En la edad pediátrica, consideramos los niveles de colesterol total “En límites altos” si están entre 170-199 mg/dl y en nivel “alto” por encima de 200 mg/dl o superior.

¿Por qué nos preocupa el colesterol en los niños?

Uno de los principales riesgos de la hipercolesterolemia, es la creación de placas de ateroma en las arterias. ¿No sabes lo que es?, te cuento, el colesterol (junto con los triglicéridos, ácidos grasos y macrófagos muertos), se va acumulando en la pared de la arteria, poco a poco, con el riesgo de desprender y crear un trombo.

Por esto mismo, se dice que el colesterol es uno de los principales factores de riesgo, a nivel cardiovascular, puede que en la infancia no veas directamente las consecuencias, pero es el momento de hacer algo para controlarlo.

¿Cómo se trata el colesterol en los niños?

Es imprescindible, para el tratamiento del colesterol, tanto en niños como adultos, los cambios en el estilo de vida, la dieta y el ejercicio son dos pilares básicos y fundamentales en el tratamiento.

  • Es muy importante remarcar el consumo de frutas y verduras.

  • De cereales preferiblemente integrales (excepto el arroz)

  • Disminuir el consumo de carne roja y embutidos. Aumentar el consumo de pollo, pavo…

  • Aumentar el consumo de pescado.

  • Rechazar el consumo de procesados.

Parecen consejos sencillos, pero es cierto, que la industria alimentaria no nos dice toda la verdad, así que te recomiendo acudir a tu enfermera de pediatría, para que os ayude a mejorar vuestra dieta y los alimentos que consumir. Es imprescindible saber leer las etiquetas de los alimentos que consumimos, y entender que es lo que puede resultar perjudicial. Verás que hablo de cambiar los hábitos en plural, teniendo en cuenta a toda la familia, porque los que realizamos la compra, y, por lo tanto, responsables de los alimentos que entran en casa, somos los padres.

En lo que se refiere a iniciar o no tratamiento farmacológico, será el pediatra quien lo decida, teniendo en cuenta los antecedentes familiares y los niveles actuales del niño. Aunque la primera línea de actuación es la modificación de los hábitos de vida, y que continuaran en el caso en el que se inicie tratamiento farmacológico.

Marta Espartosa

Enfermera pediátrica

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